Mordeduras de serpientes ponen en jaque a comunidades desatendidas

Foto: Referencial

Betania Franquis/Crónica Uno

Una tarde Eliangel Marrero, de 7 años de edad, salió al patio de su casa, ubicada en una zona rural de Tacarigua, estado Carabobo. Aunque ya anochecía, la niña se distrajo unos minutos sin percatarse de una amenaza que la aguardaba entre la maleza. De repente sintió un pinchazo en la pierna izquierda y un dolor intenso que al mismo tiempo la quemaba.

En la oscuridad, Eliangel apenas distinguió el rastro de un animal que se escabulló por los matorrales. Asustada echó a correr hasta su casa para contarle a su papá lo que le ocurría. El hombre, al revisar a su hija, encontró unos pequeños colmillos adheridos a dos agujeros en su pierna. De inmediato supo que había sido mordida por una serpiente.

En los países tropicales las mordeduras de serpientes, conocido como emponzoñamiento ofídico, constituye un grave problema de salud pública. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud hasta 130.000 personas mueren cada año por complicaciones asociadas a este tipo de accidentes. Venezuela es uno de los más afectados, con un índice de letalidad de 60 fallecimientos anuales, según estadísticas de la organización científica especializada en enfermedades infecciosas, Fundación IO

Expertos apuntan que el problema se agrava ante la falta de acceso a la atención médica oportuna, la opacidad informativa y el déficit de sueros antiofídicos en la red hospitalaria. Esto obliga a familiares de las víctimas a emprender la búsqueda del antiveneno de un estado a otro con el tiempo en contra, tal como le ocurrió a Yohnny Marrero, el padre de Eliangel.

Eran necesarios doskits de antiofídico y en el hospital no lo tenían. Nos movimos por redes sociales y me donaron las primeras ampollas. Para la segunda dosis tuve que viajar hasta Naguanagua para conseguir las que faltaban. Mi hija se salvó de milagro.

Eliangel permaneció hospitalizada seis días y logró recuperarse. A un año del accidente, es una niña sana y feliz. Sin embargo, no todos corren con la misma suerte, en muchos casos una mordida de serpiente resulta letal.

Familias de escasos recursos en riesgo

Por su biodiversidad, Venezuela agrupa a más de 150 especies de serpientes, de las cuales 25 son venenosas. Según datos de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV), la mayoría de los casos de envenenamiento son producidos por la tigra mariposa (Bothrops venezuelensis), la mapanare (Bothrops colombiensis), la cascabel (Crotalus durissus cumanensis), y en menor medida la coral (Micrurus).

Cómo identificar una serpiente venenosa
Infografía: Amadeo Pereiro.

Gregory Flores, representante de la Fundación Vivarium, indicó que cada año reciben reportes entre 60 y 80 casos de mordeduras de serpientes desde distintos estados del país. Táchira, Falcón, Portuguesa, Yaracuy, Guárico, Sucre y Cojedes son las entidades que registran la mayor cantidad de casos.

Aunque no hay información epidemiológica disponible, se estima que cada año se producen alrededor de 7000 accidentes ofídicos en el país, lo que equivale a 21 casos por 100.000 habitantes,  de acuerdo con cifras de Fundacite Amazonas. En  promedio se requieren al menos dos kits de antídoto por cada víctima de mordedura.

La fundación presta asesoría, acompañamiento y colaboración cuando disponen de sueros para donar a quien lo necesita. Pero eso no siempre es posible. Flores cuenta que en este 2023 se han visto limitados de recursos para canalizar los casos de forma eficaz, ya que no han recibido apoyo externo de ninguna institución.

Un accidente ofídico puede causar parálisis, cese de la respiración, trastornos hemorrágicos, asfixia,  hemorragias, insuficiencia renal irreversible,  daños tisulares, discapacidad permanente y amputación de extremidades. Los efectos suelen manifestarse en las primeras horas después de la mordedura, por lo que conseguir el antídoto a la brevedad posible es clave.

En octubre de este año, un técnico de refrigeración de 46 años de edad, identificado como Yusvier Harold Bandes Martínez, falleció por edema cerebral, hemorragia digestiva y paro cardiorespiratorio, tras ser atacado por una serpiente que lo mordió en el antebrazo mientras revisaba una nevera.  El hecho ocurrió en la parroquia Petare, municipio Sucre del estado Miranda.

Unas semanas después, el 2 de noviembre, en una zona rural de la ciudad de Araira en el estado Miranda un niño de nombre Dervis Castro de 12 años de edad recibió dos mordeduras de mapanare. Fue trasladado al hospital de Guatire y luego al Hospital Universitario de Caracas. Pese a los esfuerzos por conseguir y administrar el suero antiofídico, fue necesario amputarle el brazo derecho para salvarle la vida.

El ofiodologo explicó que, aunque la mayoría de muertes y complicaciones son evitables si se aplica el antiveneno de forma rápida, los niños y los adultos mayores son más proclives a desarrollar complicaciones ante una mordedura. “Los niños no tienen suficientes defensas ni gran volumen corporal y los ancianos suelen tener otras patologías previas que pueden agravar el cuadro”, dijo.

Trabajadores agrícolas y personas de escasos recursos que viven o trabajan al margen de las ciudades, en pueblos y campos, en comunidades aisladas y precarias, son más vulnerables a los ataques de serpientes. Para prevenir un emponzoñamiento el representante de la fundación recomendó no dormir en el suelo, cerrar y sellar puertas y ventanas, mantener los espacios limpios y ordenados, y erradicar la presencia de roedores en el hogar, ya que estos animales atraen a los ofidios.

Antiofídicos: una cura casi inaccesible

Desde hace más de 40 años la empresa Biotecfarcon sede en la Facultad de Farmacia de la UCV, es la única encargada de fabricar los sueros antiofídicos polivalentes. Este tipo de fármacos se elaboran a partir de las ponzoñas de serpientes inoculadas en caballos. En los equinos se produce una respuesta inmunológica conocida como inmunoglobulina que, una vez extraída de la sangre del animal, constituye el principio activo de los antivenenos.

También existe otro tipo de suero conocido como anti-micrúrico que neutraliza el veneno de las corales, pero no se fabrica en el país sino que lo importan.  Este lo producen el Laboratorio Clodomiro Picado de Costa Rica, el Instituto Nacional de Salud en Colombia y el Laboratorio Butantan de Brasil.

En una entrevista ofrecida a mediados de este año, Miguel Ángel López, presidente de Biotecfar, aseguró que la producción de sueros antiofídicos, aunque es modesta, ronda entre  las 40.000 y 50.000 dosis. De esa cantidad 80 % de la producción es otorgado al Ministerio de Salud para su distribución en los hospitales generales de distintas entidades. Sin embargo, en redes sociales abundan los mensajes y publicaciones de quienes solicitan ayuda para conseguir suero antiofídico con urgencia.

López también detalló que el resto de la producción es vendida a clínicas y cadenas de farmacias donde la presentación de cinco frascos de 10 miligramos del suero polivalente se consigue a un precio que oscila entre los 400 y 500 dólares. Lo que significa que un trabajador promedio necesitaría al menos 115 salarios mínimos para poder comprar este tipo de tratamiento en la red privada.

El equipo de Crónica.Uno se comunicó con Biotecfar para concertar una entrevista e indagar acerca de los volúmenes de producción de sueros antiofídicos en el país pero al cierre de esta publicación no obtuvo respuesta.

En 2017, la OMS incluyó la mordedura de serpiente a su lista de enfermedades tropicales desatendidas de máxima prioridad. En mayo de 2018 adoptó una resolución que insta a los gobiernos a reducir la mortalidad por esta causa en un 50 % para 2030. No obstante, en Venezuela los accidentes ofídicos continúan en ascenso ante la falta de políticas, inversión y estadísticas.

Qué hacer ante la mordedura de una serpiente
Infografía: Amadeo Pereiro.

Gregory Flores señaló que la fundación vivarium se ha propuesto crear un banco de veneno para regionalizar los antídotos con el objetivo de tener un gran serpentario nacional. A través de esta iniciativa pretenden recolectar cada una de las especies según la región de origen. “Así podríamos extraer los venenos para entregarlos a los laboratorios que quieren procesarlos de forma regional. Pero estamos parados con eso por falta de espacio y recursos”, lamentó.

Iniciativas similares se replicaron en otras instituciones y regiones, pero en su mayoría están paralizadas por falta de apoyo económico. Entre los proyectos para la creación de suero antiofídico destacan el de la Universidad de Oriente para hacer suero coral, otro iniciado en 2006 en el Parque Tecnológico de la Universidad del Zulia y un tercero en la Facultad de Ciencias de la Universidad de los Andes. “Estas muertes que han ocurrido son evitables pero hemos tocado puertas en organizaciones del Caribe sin obtener respaldo. La mordedura de serpientes se ha convertido en una penalización a la pobreza”, enfatizó.

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