El escritor José Rafael Pocaterra, nació en Valencia, el 18 de diciembre de 1888. Su padre murió cuando era muy pequeño, dejando a su madre con tres hijos y suficientes razones para abandonar la escuela, porque si no trabajaban, se dirigirían a la miseria. A los doce años fue mandadero en una zapatería y a los diecisiete, sin ninguna experiencia, trabajó en la redacción del periódico “Caín”.

Desde ahí comienza su crítica hacia el gobierno de Cipriano Castro, que lo convierte en enemigo del régimen y lo lleva a la cárcel por un año. Sin embargo, fue un período muy productivo intelectualmente hablando, porque, a pesar de los horrores vividos, leyó todos los libros que llegaron a sus manos. Además, gracias a la cultura de algunos compañeros, estudió latín, griego e inglés.

Al año, Cipriano Castro viajó a Europa, su compadre Juan Vicente Gómez lo traicionó tomando el poder y a él lo liberaron. Cabe destacar que la caída de Castro produce en Pocaterra, una gran confusión de sentimientos, pues a pesar de que ese golpe de estado era lo que más deseaba, le molestó sobremanera, que hubiera sido por la traición de su compadre. Y, para colmo, Venezuela no dejó de vivir la misma tragedia.

En 1913 se traslada a Maracaibo donde es nombrado codirector del Diario “El Fonógrafo” y de nuevo escribe contra la dictadura, ahora del general Gómez. El diario fue cerrado y Pocaterra, después de formar parte de una conspiración en 1919, regresó a la cárcel. Esta vez fue enviado a la peor, La Rotunda y pasó ahí tres años.

Se comenta que, en La Rotunda, escribió, de manera soterrada, en los papeles que envolvían los cigarrillos, el libro carcelario más popular de nuestra literatura, “Memorias de un venezolano en la decadencia”. Todavía estaba preso cuando en Estados Unidos, publicaron algunos capítulos. En 1922, Gómez libera a unos cuantos presos políticos entre los que se encontraba nuestro personaje. Y se fue al exilio, donde se mantuvo hasta la muerte de Gómez, en 1935, con eventos que no narro por cuestiones de espacio.

A su regreso al país, representó a Carabobo como senador en el Congreso, llegando a ser presidente del senado.  Luego, por breve tiempo, fue ministro del Trabajo, y después Gobernador de Carabobo. También ejerció funciones como Embajador en Gran Bretaña y en Rusia hasta 1945. En 1948, nuevamente ejerce el cargo de embajador, esta vez en los Estado Unidos de Norteamérica.

Hace unas semanas dediqué un artículo a mi suegro, César Ramos y a la comunidad libanesa que hizo vida en Valencia y fue increíble la cantidad de llamadas que recibí, de felicitación y de agradecimiento, entre ellas, la de Alex Volcán Sarquís, nieto de Enrique Sarquís, que fue presidente del Concejo Municipal de Valencia, el año 1955. Y entonces me llamó mi querido amigo Lucio Armando Herrera Gubaira, nieto de Don Teodoro Gubaira quien, además de mostrar su gratitud, me habló de un error que había encontrado en mi artículo. Según Lucio, Enrique Sarquís no podía haber sido alcalde en el 55, porque ese fue el año del Cuatricentenario de Valencia y quien fue presidente del Concejo Municipal fue su abuelo, Don Teodoro Gubaira, cosa bien recordada por Valencia.

La información sobre Don Enrique Sarquís la había encontrado en las redes, en una página dedicada a las anécdotas hípicas venezolanas (anecdotashipicas.com) que habla, con detalle, no solo de sus virtudes, su recio carácter y su disposición por ayudar a los demás, sino que menciona que Don Enrique alternaba con las figuras más prominentes del régimen del general Marcos Pérez Jiménez, del cual Pocaterra era contrario. De esta manera, mientras yo averiguaba con Alex, la época en que su abuelo había sido alcalde, Lucio Herrera, que sí estaba seguro del año, buscaba detalles con su tío Orlando Gubaira.

La verdad, fue mágico todo. Con Alex Volcán llegamos a la conclusión de que su abuelo fue alcalde en el 55, como decía la nota de prensa, pero podía haber sido antes o después de Don Teodoro Gubaira. Luego, el tío de Lucio envió un mensaje que aclaró todo y que me motivó a dedicarles este artículo a Pocaterra y a Gubaira.

Dice Orlando Gubaira: Mi papá era muy amigo de Pocaterra y lo trajo de Canadá, donde residía, para que fuera el Orador de Orden en el acto central de los actos en honor a la ciudad, por su Cuatricentenario, celebrado en el Concejo Municipal, y a pesar de estar muy enfermo, aceptó y dio su célebre discurso «Un Canto a Valencia», donde termina: «Valencia, madre eres tú, pariste a Venezuela». A su regreso, a los 15 días, Pocaterra falleció. Mi papá, contrató un chárter para traerlo y hacerle el velorio a cuerpo presente, en el salón principal del Concejo Municipal, para que el pueblo lo despidiera. Luego, en hombros de su pueblo, fue trasladado al Cementerio Municipal. Fue una manifestación multitudinaria, que no agradó a Pérez Jiménez, por ser Pocaterra un opositor a su régimen. Al poco tiempo y por orden del presidente, a mi papa se le exigió la renuncia.

Es entonces cuando Enrique Sarquís, es nombrado presidente del Concejo Municipal.

Teodoro Gubaira también es valenciano, nacido en 1910. Fue un reconocido comerciante, justo, honesto, de buenos sentimientos y muy culto, que dedicó su vida al deporte y que ejerció cargos políticos de relevancia, como la presidencia del Concejo Municipal y la dirección del Instituto Nacional de Deporte (IND) en Carabobo, cargo que desempeñó ad-honorem. Como presidente del Concejo Municipal fundó una serie de obras para el Cuatricentenario: la autopista Circunvalación del Este (ahora Autopista del Este), el Gimnasio y Velódromo de Valencia, que después fue bautizado con su nombre, situado en La Rosarito, sede del equipo de baloncesto de Carabobo desde principios de 1960. De igual manera inauguró el estadio de béisbol Cuatricentenario «José Bernardo Pérez» y el Paseo Cuatricentenario. También dio inicio al Gran Derby Ciudad de Valencia, que todavía se realiza en el Club Hípico de Carabobo, competencia ecuestre más antigua y exigente de Latinoamérica. Definitivamente, esa celebración del cuatricentenario fue maravillosa.

Es importante que el valenciano de hoy sepa quiénes fueron esos valencianos de ayer, como Pocaterra y Don Teodoro, que tanto hicieron por nuestra ciudad y nuestro país.

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