Giusseppe Rojas, trabajador de El Carabobeño

Hoy el día amaneció de luto, la inseguridad que campea por la tierra venezolana se llevó a un personaje muy querido para mí.

Llego a mis manos con apenas 18-19 años a trabajar en el Diario El Carabobeño, como asistente de mantenimiento junto a un grupo de muchachos jóvenes, Cazorla, Luis Cuevas, Pedro Escalona y él, conformaban el equipo de mantenimiento, donde pronto por su bonhomía se ganó el afecto de todos y en especial para mí, que más que un trabajador fue un amigo y confidente.

Juntos vivimos varias aventuras, Mérida, Zulia, Aragua y el DF nos vieron pasar en distintas lides de trabajo. Su carácter afable hacia que compartir con él, lejos de una carga, fuese un regocijo. Todos en el Diario apreciaban su jovialidad y su afán de servir y ayudar en lo que estuviese a su alcance.

Tuve el privilegio de conocer a su madre, a su hermana Fátima y casi que vi nacer a su hijo Alexander.

La trágica desaparición de Giuseppe Rojas deja un vacío muy profundo en el alma de aquellos que le conocimos y por siempre su recuerdo vagará por los pasillos del Diario El Carabobeño, donde dejó una huella imborrable de pundonor y bonhomía.

”Cuando un amigo se va se detienen los caminos” dice la canción con que te despido y será cuando yo parta que volveremos a encontrarnos. Gracias doy a Dios por el privilegio de haberte conocido.

Gustavo Alberto Russa Grüber.
Valencia, 18/09/2018.




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