Cuando los eternos rivales se casan

Cada octubre, cuando inicia la temporada de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP), la dinámica familiar de Yenny Ojeda y Yoel Yejan cambia: Dos esposos que, paradójicamente, pasan a convertirse en rivales. Ella dice ser magallanera desde antes de nacer y él se considera caraquista desde que tienen uso de memoria, por lo que ninguno está dispuesto a ceder espacios cuando se trata de defender a los Navegantes del Magallanes o a los Leones del Caracas.

Se conocieron hace ya 30 años en un partido de bolas criollas, y entre el boche y el arrime, hubo atracción. Fue un flechazo a primera vista, sin ni siquiera imaginarse que, al menos en una de sus mayores pasiones, había un antagonismo abismal. “Creo que fue un trauma después de que me enteré”, sostuvo Yoel, mientras que Yenny aseguró, casi de forma automática, que lo primero que pensó cuando lo supo fue: “¡Qué horror! Yo pensé que era un hombre inteligente”.

Pese a pertenecer a fanaticadas que han sido tradicionalmente rivales a lo largo de casi toda la historia de la pelota criolla, ambos concuerdan en que desde el comienzo de su relación, el béisbol los ha mantenido unidos. Durante 15 años han acudido juntos como abonados a cada zafra de la LVBP, y este año no será la excepción. Aunque olvidaron cuál fue el primer juego al que asistieron cuando se hicieron novios, todavía recuerdan con exactitud ese primer Caracas – Magallanes al que fueron con abonos. Lo vieron en el sector 9, fila 4. Era del lado del Magallanes.

Cuanto está pautado uno de los clásicos encuentros de la temporada entre los eternos rivales, en la familia Yejan-Ojeda los “buenos días” se convierten en un “hoy no quiero lloradera”. Desde temprano definen sus términos y condiciones para apostar. Las penitencias para el que pierda van desde pagar la cena hasta dormir en la sala. Esta última la aplican cuando la derrota de uno frente al otro es contundente. Algo a lo que nunca han llegado, es a colocarse la camisa o la gorra del equipo contrario.

Yoel y Yenny disfrutan cada parte del proceso de convivir con el rival en casa y ya han aprendido a entenderse. A pesar de el “chalequeo” mutuo, la temporada que más disfrutan en todo el año es la que transcurre entre octubre y febrero, porque  encuentran en el estadio un espacio para estar juntos y durante tres horas vivir su pasión por el béisbol. Al terminar los nueve innings, continúan siendo una familia.

Tienen dos hijas con las que comparten su afición por el bate y la pelota, y también la rivalidad: una le va al Magallanes y la otra a los Leones. “A través del béisbol les hemos enseñado a manejar las diferencias. Que no importa ser caraquista, magallanera o de la Guaira, ya que el campo de juego es ese espacio donde puedes compartir con alguien que piense diferente y que más bien sea divertido”, manifestó él.

Lo peor de todo esto no es que tengas una esposa o una hija magallanera, sino que sepan de béisbol, porque no les puedes caer a coba, reiteró Yoel. Como para que no quedase dudas de que realmente saben, Yenny agregó que entre todos los libros de la biblioteca familiar, está el de las reglas de este deporte. “Si estamos viendo el juego y de repente hay algo que no entendemos, buscamos la regla y la leemos, porque no es solamente ver las jugadas, sino también entenderlas”.

FINAL 2009-2010

Los más jocoso que he vivido con mi esposa en el mundo del béisbol ocurrió en la final Caracas – Magallanes de la temporada 2009-2010. Ya era el sexto juego aquí en Valencia, y llegamos temprano como siempre al estadio. Al sentarnos me dijo: Hoy matamos y termina la temporada para ti. Espérame aquí que ya vengo, señaló Yoel. En esa zafra, los turcos habían tenido un muy buen desempeño desde el comienzo, mientras que los melenudos no tanto.  

Cuando Yenny regresó hasta donde estaba Yoel, tenía cuatro bolsas repletas de indumentaria de la boutique del Magallanes: camisa, gorra, taza, pin, cooler, un bolso, entre otras cosas. Ella estaba segura de que sería su equipo el que representaría a Venezuela en la Serie del Caribe que se realizó en Margarita, pero al final los números favorecieron a los Leones, quienes se coronaron como campeones.

Le tocó ponerse su ropa nueva del Magallanes para ir a Margarita a ver jugar a los Leones del Caracas una Serie del Caribe, explicó Yoel. En su defensa, Yenny asegura que a esa serie ella fue a ver a los jugadores de Venezuela, no a los del Caracas. “Fuimos al primer juego y no hicieron nada. Tanto nadar para ir a morir en la orilla”, replicó.

EL MÁS MALCRIADO

No hubo titubeos a la hora de definir cuál de los dos es el más malcriado cuando el equipo al que apoya pierde en el terreno. “Definitivamente es él”, afirmó sin mostrar duda Yenny. Según ella, su esposo es capaz de salirse del estadio y esperarla en el estacionamiento hasta que finalice el encuentro, apagar el televisor si están en la casa, entre otras tantas pataletas, si al ver que van por el octavo inning y el resultado no es favorable para los Leones del Caracas.

Entre risas, Yoel ni siquiera intenta negarlo y lo asume. En efecto, es el que peor reacciona ante un escenario de pérdida en el campo de juego, mucho más si es contra los Navegantes del Magallanes. “Yo soy fiel creyente de que el juego termina en el out 27, pero no soporto ver cuando están jugando muy feo y van perdiendo”. Aunque se sale del sector, nunca abandona su radio y continúa escuchando la narración.
LA PEOR APUESTA

Yoel considera que la peor apuesta que ha perdido, no solo contra su esposa sino contra todo un grupo de magallaneros, ocurrió durante un Caracas-Magallanes que tuvo lugar en Valencia. No recuerdo en qué año exactamente, pero sí que ese día, Leones iba ganando en el noveno  inning. “Venía a pichar Urbina y yo salgo de bocón a decirles: se acabó la historia señores, recojan sus platos y se me van. Es más, apuesto una caja de cervezas”.

Quienes estaban a su alrededor lo retaron a que aumentara la apuesta. Si perdía ya no solo iba a tener que comprar una caja sino brindar a todo el sector. Seguro de lo que pensó que sería una inminente victoria, aceptó, pero un doblete, un hit y luego un homerun de Freire lo cambió todo. Los Leones terminaron en el terreno y Yoel tuvo que pagar.

Yo he visto movimiento en el estadio cuando a veces algunos fanáticos inadaptados terminan peleando, o cuando hay guerra de taquitos, pero ese día fue único, el sector completo se volcó hacia él para bailarle y el cervezero de inmediato llegó con las tres cajas para todo el sector, completó su esposa, quien además mencionó que otra de las cosas que le ha tocado hacer a Yoel tras algunas derrotas, es acompañarla en las caravanas de celebración del Magallanes.

EXPECTATIVAS TEMPORADA 2017-2018

Debido a la crisis económica, política y social de Venezuela, que arreció durante el primer semestre de este año, la temporada 2017-2018 del béisbol profesional casi fue suspendida. No fue sino hasta el 23 de junio cuando el presidente de la liga, Juan José Ávila, confirmó el inicio de los juegos. Al principio apoyamos que se suspendiera, pero luego llegamos a la conclusión de que si eso pasaba, nos iban a quitar la única forma de distraernos de la terrible situación país, sostuvo Yoel.

Nadie se escapará del hecho de que este año la boletería está costosa, pero el béisbol no debe morir nunca, ya que es la esencia del venezolano y nuestro deporte número uno, explicó. Luego de que ninguno de los dos equipos lograra llegar a febrero en la temporada pasada, él aspira a que los Leones del Caracas queden campeones en la zafra 2017-2018. “El equipo se lo merece, tenemos unos cuantos años que no ganamos. La meta siempre debe ser: jugar un buen béisbol y llegar a la final”.

Yenny, por su parte, espera que su equipo muestre consolidación y unión en el terreno. “El fanático está ávido de observar buenas jugadas y juegos ganados, pero además, como aficionado, quiere irse con la satisfacción de que los jugadores y quienes los dirigen realmente están haciendo lo que deben hacer”. A su juicio, es imperativo que exista un dogout compacto y de respeto, sobre todo al comienzo de la temporada, para evitar acciones individuales de rebeldía que muchas veces se ven en el campo.

Estos esposos, fanáticos antagónicos, concuerdan que el béisbol en Venezuela es un espacio de encuentro, donde sobre todo en los últimos años cuando hay tanta polarización política, la rivalidad en el este deporte es más bien una polarización que se disfruta dentro del respeto. «Ese es el ejemplo que debe seguir el resto del país en cuanto al manejo de deferencias».

Leer más en nuestro especial: Béisbol: Venezuela respira tradición

 




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