Béisbol, rasgo inequívoco de nuestra idiosincrasia

El béisbol venezolano no solo se juega dentro de las líneas de cal. Afuera, los outs, atrapadas, jonrones, ponches, triunfos y derrotas también se viven de una manera muy particular.

Bien sea en una reunión familiar, la parada de autobuses o en las jornadas laborales, hablar de la pelota criolla es religión en Venezuela a partir del mes de octubre. No importa que tan sombrío sea el panorama debido a la aguda crisis, lo cierto es que desde el momento en que se canta la voz de play ball, el deporte de las bolas y los strikes pasa a formar parte de la jerga diaria de la población.

Por algo desde hace años se le conoce como el “pasatiempo nacional”. Y es que el béisbol, al menos en la tierra de Bolívar, va más allá de ser una mera disciplina deportiva para convertirse en un factor social, un elemento tan criollo como la arepa y el joropo. En pocas palabras, un rasgo inequívoco de la idiosincrasia venezolana.

La pasión por la pelota no muere, solo ha cambiado sus formas. No es secreto que la asistencia a los estadios ha tenido una estrepitosa caída en los últimos tres o cuatro años, pero aún los equipos cuentan con fanáticos de tal calibre que, contrario a lo que indica la lógica, se plantan fuerte ante la galopante inflación y hacen un esfuerzo enorme por seguir acudiendo a los diamantes de nuestro circuito criollo.

María Isabela Hernández es un ejemplo claro. Una valenciana de 19 años, cuyo amor por el béisbol, y en especial por su adorado Magallanes, repercute en cualquier aspecto de su vida. El caso de “Maisa” no es es único y es consecuencia de un hogar formado bajo una profunda devoción por la “Nave Turca”.

Apoyar al conjunto valenciano no merece vacilaciones, asistir al José Bernardo Pérez cuando los “eléctricos” juegan de local es religión. La familia ha sido abonada en las últimas 11 campañas. “Empecé la tradición del béisbol desde que tengo uso de razón y soy magallanera desde que nací. En mi familia todos son magallaneros, mi papá, mi mamá, mi hermano y yo, eso es parte de la tradición familiar el asistir juntos a los juegos porque además de apreciarlo como tal, es como parte de la unión de nosotros”.

El amor por el equipo naval se remonta a su infancia, “Desde pequeña he sido fan de todos los deportes, pero el béisbol en mi casa siempre ha sido lo máximo. Cuando no teníamos abonos igual íbamos a los partidos de vez en cuando. No fue que lo escogí, a mi me tocó la dicha de ser magallanera”, afirma entre risas la estudiante del séptimo semestre de comunicación social en la Universidad “Arturo Michelena”. Su afinidad por las actividades atléticas fue la principal motivación a la hora de cursar la carrera aunque ya en pleno camino sus inclinaciones han cambiado y aspira poder relacionarla con la gastronomía.

El venidero torneo de la LVBP iniciará el 10 de octubre pero en el caso de María Isabela comienza mucho antes. Al culminar el primer semestre del año su estilo de vida cambia por completo. “En mi casa ya desde un mes antes de que empiece la temporada ese pasa a ser el único tema de conversación. Me pongo a revisar quiénes serán los importados, algunos números y datos referentes al equipo. Estoy pendiente de las cifras, en parte porque mi hermano siempre me dice números, pero igual yo investigo para estar al tanto de todo lo referente al equipo”.

Si Magallanes pierde, a Maria Isabela nadie le habla. Ha dejado de asistir a fiestas entre amigos posteriores a un juego si la derrota es de los Navegantes.

Cuando hay un Caracas-Magallanes la dinámica es distinta. Colocar un tweet antes de levantarse de su cama, revisar noticias en internet, enviar el lineup a su hermano tan pronto sea publicado en las redes sociales, no asistir al crossfit y estar vestida casi con dos o tres horas de antelación son sólo parte de los preparativos de Maria Isabel en un día de choque entre los “eternos rivales”.

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A PESAR DE LOS PESARES

Seguidora empedernida de Johan Santana, la carabobeña de 19 años ve en el béisbol algo más allá de un deporte: “Es unión familiar y la posibilidad de dejar por un rato de lado los problemas Si vas al estadio no importa de donde viene el que tienes al lado, igual lo abrazas para celebrar”.

Maisa cree que en los niños, el béisbol puede ser ese rayo de esperanza para mejorar y alcanzar metas.

Engloba todo en una sola frase:“El béisbol es parte fundamental de la sociedad”.

La disminución progresiva de fanáticos en los estadios es un hecho notorio por los altos costos, pero Maria Isabela insiste en la trascendencia de la pelota y su valor terapéutico. “Cuando arranca la pelota es otra cosa,  son al menos tres hermosas horas en las que lo único que importa es meter un jonrón o robarse una base. Es una especie de método de escape para divertirse un rato, además de reunirse en familia, algo que se ha perdido últimamente”.

Como fiel hincha magallanera y asidua ocupante de una butaca en el JBP, puede certificar que los asientos vacíos son una constante, incluso en un Caracas-Magallanes. “Yo recuerdo que cuando iba al estadio pequeña todos los niños cargaban pitos y souvenirs para apoyar a su equipo, mucha gente compraba un perro caliente o se tomaba una cerveza o un refresco. La disminución no se debe solo a lo económico, también influye la inseguridad y el transporte, porque si no se cuenta con carro propio, salir del estadio después de las 11:00 p.m. es algo muy riesgoso”.

En lo particular, María Isabela y su hermano a veces optan por comer en casa antes de los juegos y si es fin de semana se dan el lujo, pero con recortes. Llevan bien la cuenta de las bebidas, cosas a las que antes no se le prestaba atención.

Ante perspectivas nada halagadoras para la temporada que inicia el 10 de octubre, María Isabela y su familia siguen dispuestos a resistir. Al menos por los momentos, se emociona y mantiene su fe en que seguirá alentando fervientemente al equipo de sus amores. “Hasta ahora gracias a Dios hemos podido comprar nuestros abonos y espero que podamos seguir haciéndolo para mantener nuestra tradición”.

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