Ender Raibi no solo nota la diferencia entre el norte y el sur de Valencia, la vive. Como habitante del barrio El Consejo, junto a sus vecinos resuelve problemas que son responsabilidad de las autoridades, por quienes se sienten abandonados.
En la popular avenida La Romana de la parroquia Miguel Peña, quienes habitan en comunidades como José Gregorio Hernández, La Castrera, Ricardo Urriera y El Consejo, pasan a diario por un puente que está sobre el tubo matriz de agua del sector y que ya tiene más de 15 años roto.
Las consecuencias para las familias del sur de Valencia. No solo se pierde el agua que les surten solo dos veces a la semana, sino que, cuando no hay servicio, las cloacas de las tuberías fracturadas de todos los barrios cercanos, pasan por el canal donde está el tubo matriz y se cuelan por la abertura que tiene.
Esto se traduce en que lo poco que sale por sus grifos es una mezcla de aguas blancas y servidas. “Este es un foco de infección y contaminación… Estamos cansados de esta situación en la que vienen los gobernantes a echar una pinturita y a poner unas luces por donde pasa la reina, pero no resuelven los problemas realmente graves de la comunidad, los que afectan nuestra salud… A ellos les digo que no hay dos Valencias, pero ellos la dividieron en la de los pobres, donde no hacen nada, y la otra de los más pudientes y que viven mejor”.
En varias oportunidades los mismos vecinos han intentado reparar el tubo. Hacen lo que pueden con soldadura, pero no es suficiente y a los pocos días el hueco se vuelve a abrir.
Enfermedades y gastos
Milagros González vive en el barrio José Gregorio Hernández del sur de Valencia, justo frente a donde hay un gran brote de cloacas. En su casa hay niños que han padecido de enfermedades respiratorias y en la piel, y tiene vecinos de edad avanzada con cardiopatías que se han complicado.
Para ella es vital que se solucionen ambos problemas, por un lado, la ruptura del tubo matriz de agua potable y, por el otro, el de las aguas servidas que están colapsadas y circulan por las calles y por el canal que desemboca en el Caño La Yuca.
También aboga por un servicio de aseo urbano regular. “Solo pasa por las avenidas principales y mucha gente sin conciencia ambiental ni de salud pública, lanza la basura al canal”.
Raibi confirmó que el camión recolector de desechos circula por las calles de las comunidades del sur de Valencia de forma muy intermitente. “Si pasa hoy puede ser que regrese en 15 días o un mes”.
Otra preocupación para ellos es el gasto que deben hacer en la compra de agua potable al no poder consumir la que les llega a sus casas cada martes y jueves. Cada botellón de agua lo venden por la zona en un bolívar, “y en las casas se usan entre uno y tres al día, es un gasto constante y nuestro dinero no da, entre pasaje y agua se va el sueldo de cualquier persona”.